Después de encontrar las bragas de mi madre, no pude resistir el encanto.Me las corrí y comencé a darme placer, culminando en un lanzamiento que llenó la habitación con el aroma a satisfacción cálida y pegajosa.
Después de encontrar las bragas de mi madre, no pude resistir el encanto.Me las corrí y comencé a darme placer, culminando en un lanzamiento que llenó la habitación con el aroma a satisfacción cálida y pegajosa.
Dándome un juego tentador de auto-placer, alcancé un par de bragas de madre, un fruto prohibido que siempre fue irresistible.La emoción del tabú hizo que mi hombría se agitara con anticipación.Deslizándose en la caricia de seda de su Calzón, la sensación era demasiado para resistirse.Mi mano guiaba mi miembro palpitante, acariciándolo en un ritmo que me tenía jadeando por respiración.La habitación se llenó con la tranquila rugosa de tela contra la piel, una sinfonía de placer que resonaba en el aire.El clímax era explosivo, mi semilla caliente pintando las viejas bragas en un testimonio de mi deseo desenfrenado.La vista era tan satisfactoria como el acto en sí, un final perfecto para una sesión perfecta de auto-indulgencia.Mientras me sacaba las bragas, un sonrisco formado en mis labios.Este era un juego que sabía que volvería a jugar.
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